Es uno de los tramos de costa más bellos de España, aunque haya sido muy castigado por ciertos excesos urbanísticos. Una zona con una luz especial que confiere una singular belleza paisajística al contraste entre sus rocas calizas y sus azules cielos.
Si comenzamos por el norte, dejando atrás el parque natural de la Marjal de Pego, uno de los humedales más interesantes del Mediterráneo, enseguida nos llama la atención la silueta inconfundible del Montgó, con sus 753 metros sobre el nivel de un mar aquí omnipresente. Bajo él ,hacia el este ,los bellísimos acantilados , de unos 160 metros, del Cabo San Antonio, entre Denia y Jávea.
Siguiendo hacia el sur, todavía al norte del Cabo de la Nao y junto al Cabo de San Martín, hallamos bellas islitas como la del Portixol, y ya junto al saliente costero de la Nao, el islote del Descubridor.
Cerca de Calpe, podemos detenernos en el famoso barranco del Mascarat, un estrecho rocoso singular, para dirigirnos luego hacia uno de los accidentes geográficos más singulares del Mare Nostrum: el Parque Natural del Peñón de Ifach, una roca de aspecto inexpugnable que se alza a pico 332 metros. Es un tómbolo, que aún conserva unas salinas en el centro del itsmo que le une al continente. Bajo los cortados del peñón , unos ricos fondos con coral rojo, actinias, esponjas,… y otros indicadores de la pureza de las aguas.
Más al sur todavía encontramos los imponentes acantilados de la Sierra Helada, o Peñas del Arabí, con más de 400 metros de altura, tras de los cuales está Benidorm, mirando su famosa y no menos valiosa isla.
Escudriñando tierra adentro, los perfiles masivos de la Sierra de Aitana nos sobrecogen, así como los del famoso Puig Campana, con su brecha misteriosa. En las faldas de montes como estos podemos encontrarnos rincones singulares como el “nido de águilas” que es el pueblo de Guadalest o las Fuentes del Algar, junto a Callosa de Ensarriá, la capital del níspero.
Algunas de las áreas de montaña descritas son sobrevoladas por aves como la fiera águila perdicera, o el buho real, y pobladas por mamíferos como la gineta o el tejón. Y en el litoral podemos toparnos con aves como el halcón peregrino, el cormorán, la gaviota patiamarilla, o incluso el singular paiño común, pequeñísima pero singularísima ave marina, que a veces parece “caminar” sobre las aguas.
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