El quebrantón o buitre barbudo es una de las especies más emblemáticas, uno de los símbolos de la conservación de la fauna amenazada europea.
Su ojo amarillo, rodeado de una carúncula roja, su antifaz y su barba negros, dan a esta rapaz un aspecto mefistofélico. Pese a sus tres metros de envergadura, el quebrantahuesos vuela de forma ágil y estilizada, a veces a gran velocidad (más de 100 kilómetros por hora). Es un buitre que, es este sentido, casi parece un águila (y creo que eso significa «buitre-águila» su nombre latino). Su silueta de alas puntiagudas y cola cuneiforme es inconfundible.
Famoso por la costumbre que le bautiza, coge huesos de animales muertos en la montaña -muchas veces descubiertos por el deshielo primaveral- y, con increíble precisión (calculando el efecto de deriva producido por el viento) los deja caer desde entre 30 y 60 metros sobre un conjunto de rocas que recibe el nombre de «rompedero». El tremendo golpe rompe los huesos , haciendo saltar las esquirlas.
Es algo así como el pariente pobre de los banquetes vulturinos, ya que se alimenta de los restos que otros buitres no han querido, como los pellejos más correosos, tendones y huesos de los animales muertos. Para este último menester tiene una lengua muy tiesa y con los bordes curvados, usándola como cuchara extractora de la médula ósea.
La población actual de quebrantahuesos en España es de cerca de una 100 parejas en España, todas ellas en la Cordillera Pirenaica, aunque en tiempos no demasiado lejanos habitó una buena parte de los macizos montañosos nacionales (y otros lugares provistos de roquedos).
Si antaño fueron las campañas de envenenamiento u otras formas de persecución directa, hoy a esos factores –que en el caso del envenenamiento han vuelto a resurgir en algunos lugares- cabe sumar la expansión de pistas de esquí, la apertura indiscriminada de vías forestales y carreteras, el turismo masivo en algunas áreas , los tendidos eléctricos con los que chocan en ocasiones y otras cosas que afectan negativamente a los quebrantahuesos en sus últimos bastiones montanos.
Hay en marcha proyectos para reintroducir los quebrantahuesos en algunos lugares en los que un día los hubo. Parecen que tienen buenas perspectivas, por lo que se está viendo en la jienense Sierra de Cazorla.
Ójala un día la sombra proyectada por su su majestuosa silueta vuelva a recortarse sobre la nieve de Gredos, los Picos de Europa, Sierra Nevada y tantos otros lugares que le acogieron, imbuyendo de nuevo a estos espacios ese arcano misterioso que nos sugiere la contemplación de su figura.
Copyright Carlos de Prada
(Pueden verse otras especies en el portal amigo www.nosoyundominguero.es )
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