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Archive for 22 de May de 2009

El Grupo de Recuperación de la Fauna Autóctona (GREFA) ha conseguido criar en cautividad, por vez primera sin recurrir a inseminación artificial, a una de las especies de aves que más preocupa a los amantes de la Naturaleza española: el águila perdicera (Hieraaetus fasciatus). Ya antes , por ejemplo en el centro que  la Administración tiene en Sevilleja de la Jara (Toledo), se había conseguido criar águilas perdiceras, pero fue inseminándolas artificialmente.

Águila perdicera (foto: GREFA)

Águila perdicera (foto: GREFA)

Conseguir crear las condiciones para que un animal salvaje como éste se reproduzca lejos de las condiciones naturales que le son propias no es fácil y es algo que el GREFA ha conseguido en su centro de Majadahonda.

En años anteriores había habido ya algunos intentos de cría fallidos. Puestas con huevos no fecundados. Huevos que se ponían pero que luego rompían los propios padres. Este año se tuvo aún mucho más cuidado para garantizar el éxito. Se establecieron sistemas de incubación artificial antes y después de retirar los huevos a los padres. Así nacieron 5 preciosos pollos, de los que han sobrevivido 4 que son mimados por los responsables del centro de recuperación del Monte del Pilar.

El centro del GREFA ha ido creando un “stock” de ejemplares destinados a la cría en cautividad que se basa en ejemplares que llegan a las instalaciones por diversas causas, por ejemplo águilas que por haber sido heridas son considerados “irrecuperables”, esto es, que no pueden ser reintegradas a la Naturaleza. Precisamente los padres de estos pollos nacidos en cautividad serían de este tipo. También hay en la Naturaleza nidos donde sobreviven pocos pollos, a veces  a causa de infecciones y demás. Algunos de esos pollos que probablemente no sobrevivirían son recogidos y dedicados a este tipo de labores. En GREFA  se han ido reuniendo así, de un modo u otro, sumando también ejemplares nacidos en años anteriores en el centro, 11 águilas que podrían destinarse a reprodución, al margen de otras muchas no aptas para ello.  Hay también otras que en poco tiempo, una vez que maduren sexualmente, podrían dedicarse a los mismos fines.

Una de las cosas de las que debe tenerse cuidado en la alimentación de los pollos es lo que los estudiosos del comportamiento animal denominan “imprinting” , esto es, la impronta. La impronta, es la huella indeleble que se crea en los animales en sus primeras etapas de la vida, de modo que si lo primero que ven es una persona pueden acabar por creerse que no son águilas sino personas , lo que dificultaría luego el que estos ejemplares, por ejemplo, pudiesen querer emparentarse con otras águilas. Así que se tiene cuidado de, a la vez que se les alimenta, exponerlos a un señuelo con forma de cabeza de águila.

Mientras se tienen estas cautelas con los pollos, y ante la duda de que sus padres verdaderos tengan auténtica vocación para atenderlos, se ofrece a estos pollos de otras especies menos amenazadas de extinción, a ver si muestran algún tipo de comportamiento que muestre que pueden ser buenos padres.

Se intenta conseguir un número suficiente de ejemplares que permita que en unos cuantos años puedan comenzarse sueltas de ejemplares en la Comunidad de Madrid, donde la población se ha reducido tanto que ya solo quedan 2 parejas. En los años 60 había 15 parejas, que en los 80 habían bajado ya a 9.

El área candidata es la zona suroeste de la Comunidad , ya que la administración regional quiere con ello “compensar” el destrozo ecológico causado por la famosa carretera de los pantanos (la M-501). De hecho, este es el único “pero” que puede hacerse al feliz acontecimiento del nacimiento de estas águilas perdiceras: su instrumentalización por parte de los políticos. La Sociedad Española de Ornitología ha denunciado el tema.

No obstante, y al margen de los que los políticos hagan o dejen de hacer, y de lo penoso que sea que traten de pintar de «verde» algunas de sus más indefendibles decisiones (como las que tienen que ver con la M-501) no cabe duda que conseguir criar en cautividad a esta especie  y , en unos años, intentar reintroducirla en lugares donde desapareció, es una buena noticia. Hay que comprender tanto la postura del GREFA como la de la SEO, dos grupos conservacionistas con diferentes enfoques.

El águila perdicera es una especie que preocupa mucho a los naturalistas por el declive de sus poblaciones en los últimos tiempos. La mayor parte de las parejas de la especie en Europa (algo así como un 70%) están en España. Serían algo más de 700 parejas, mientras el siguiente país, Grecia, tendría unas 100. Por comunidades autónomas, la que más parejas tiene es Andalucía con más de 300, seguida de la Comunidad Valenciana con en torno a 100, Castilla La Mancha tendría unas 80, Cataluña poco más de 60,  Aragón unas 30, Murcia 20, Castilla-León unas 17, Rioja 5, Navarra 3, Comunidad de Madrid 2 y País Vasco 1.

El águila perdicera es un auténtico portento cazador. Es la más belicosa, agresiva e intolerante de nuestras rapaces. Aunque pesa entre un kilo y medio y dos kilos, esto es, la mitad que un águila real, es capaz de poner en fuga a la reina de las aves. Son tan agresivas que atacan aún a los pacíficos buitres. Sus garras son tan fuertes como las de un águila real, y la expresión de su rostro, con sus igneos ojos rojos , transmite una fuerza imponente.

La maniobrabilidad de esta rapaz es increíble, y por recordar la de un azor, se las llama también así: águila-azor. 

Quiera Dios, que es también el Dios de las águilas, animales que por cierto lo simbolizan en la Biblia por ejemplo, que las águilas perdiceras vayan recuperando sus perdidos dominios en España. Para que no perdamos nunca la compañía de seres que como este tanto nos sorprenden e impresionan.

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